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Fotografía: Alberto Lunas. 2011. |
La conciencia no es la voz
de la naturaleza sino del prejuicio.
Marqués de Sade
Llamé con los nudillos a la puerta. Me abrió un tipo
con barba cuidada e impecable traje gris y corbata. Hola Marqués, me saludó.
Entré y se arrodilló para besarme los zapatos. Coloqué sobre la cama el estuche
de mi colección de fustas y saqué una especial para héteros. Reclinado sobre
una mesa, le bajé los pantalones y el tanga y le propiné treinta fustazos que,
aunque con poca contundencia, le enrojecieron discretamente las dos nalgas por
igual. Luego le introduje un plug en el ano. Le ceñí un collar de perro frente
a un espejo, asegurándome que observara con mucha atención cómo se lo abrochaba.
Me hizo una impresionante mamada boca arriba, con la cabeza colgando fuera de
la cama. Enfundado en un preservativo, intenté penetrarle después de extraerle
el plug, pero al no estar suficientemente dilatado, desistí. Yo si estaba muy
excitado, así que me corrí en su cara, primero en una mejilla y luego en la
otra. Mi semen meloso se le quedó pegado como la cola de carpintero.
Cuando abandoné el hotel envié un mensaje por whatsapp:
“ya he terminado”. Me recosté en el asiento trasero del coche que me estaba
esperando y le dije al chófer que no tenía prisa. Entonces vi la luna llena. Su
color plateado brillaba con gran intensidad sobre el cielo azul marino de la
noche de Madrid. Sonreí con ganas. No sé el porqué, pero la luna llena aumenta
mi apetito sexual de forma considerable. Entonces sonó mi teléfono:
—¡Quiero que me cuentes todos los detalles! —dijo
una voz femenina.
Era su Dueña.
Que hermosa es la luna llena!
ResponderEliminarPreciosa imagen de Madrid con esa pedazo de Luna, me encanta!!!
ResponderEliminarInteresante el post... sobre todo lo que dice la voz femenina!!!!
Un saludo,