domingo, 21 de julio de 2019

Luna llena

Fotografía: Alberto Lunas. 2011.

La conciencia no es la voz de la naturaleza sino del prejuicio.
Marqués de Sade


Llamé con los nudillos a la puerta. Me abrió un tipo con barba cuidada e impecable traje gris y corbata. Hola Marqués, me saludó. Entré y se arrodilló para besarme los zapatos. Coloqué sobre la cama el estuche de mi colección de fustas y saqué una especial para héteros. Reclinado sobre una mesa, le bajé los pantalones y el tanga y le propiné treinta fustazos que, aunque con poca contundencia, le enrojecieron discretamente las dos nalgas por igual. Luego le introduje un plug en el ano. Le ceñí un collar de perro frente a un espejo, asegurándome que observara con mucha atención cómo se lo abrochaba. Me hizo una impresionante mamada boca arriba, con la cabeza colgando fuera de la cama. Enfundado en un preservativo, intenté penetrarle después de extraerle el plug, pero al no estar suficientemente dilatado, desistí. Yo si estaba muy excitado, así que me corrí en su cara, primero en una mejilla y luego en la otra. Mi semen meloso se le quedó pegado como la cola de carpintero.

Cuando abandoné el hotel envié un mensaje por whatsapp: “ya he terminado”. Me recosté en el asiento trasero del coche que me estaba esperando y le dije al chófer que no tenía prisa. Entonces vi la luna llena. Su color plateado brillaba con gran intensidad sobre el cielo azul marino de la noche de Madrid. Sonreí con ganas. No sé el porqué, pero la luna llena aumenta mi apetito sexual de forma considerable. Entonces sonó mi teléfono:

—¡Quiero que me cuentes todos los detalles! —dijo una voz femenina.

Era su Dueña.

2 comentarios:

  1. Preciosa imagen de Madrid con esa pedazo de Luna, me encanta!!!
    Interesante el post... sobre todo lo que dice la voz femenina!!!!

    Un saludo,

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