jueves, 8 de noviembre de 2018

Kayla

Grabado: Richard Cosway. Venus y Marte. c. 1790. 
Tenía que quedarse unos días en Madrid y la invité a mi casa. Estaba sentada en el sofá a mi lado, fumando y hablando sobre un problema laboral que la tenía un poco preocupada. Kayla es una mujer de carácter y muy segura en todo lo que dice o hace. De mediana edad, morena, con una gran melena leonina y ojos muy expresivos de color miel, unas caderas grandes y unas tetas de estatua de mármol griega. Me había hecho caso y se había puesto cómoda, es decir, iba sin bragas y sin sujetador debajo de una túnica negra. De repente, se levanta y se coloca delante de mí:
—¡Bájate los pantalones!
—¿Qué? —contesté sorprendido.
—¡Que te bajes los pantalones! —insistió.
Entonces me percaté que deseaba algo sexual. Me bajé los pantalones hasta los tobillos sin levantarme del sofá. Se subió la túnica hasta el cuello, se sentó encima de mí y, mirándome a la cara, colocó su clítoris sobre mi polla. Se restregó con fiereza mientras gemía intensamente. Se corrió muy rápido. Enseguida me corrí yo también de una forma muy bestia. No creo que tardáramos, en total, más de un minuto. De inmediato se puso a hablar tranquilamente por el móvil sobre el asunto laboral que tenía pendiente. Si todas las mujeres que conozco fueran tan rápidas como Kayla, mi producción artística sería mucho mayor.

1 comentario:

  1. Querido, para tu producción artística no sé el tiempo que necesitas, pero hay obras de arte que se ejecutan en menos de un minuto. A las pruebas me remito.

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