sábado, 22 de diciembre de 2012

Gordon

Acuarela: Arthur William Brown. 1937.

También en la cultura sexual hay crisis. Fundamentalmente consiste en  la insatisfacción de algunas personas ante la saturación y el hastío por esa rutina sexual alimentada por una hegemonía cultural obsoleta, interesada en mantener un modelo falocrático y machista que ya no funciona. Siempre lo mismo, en el mismo orden y en el mismo sitio, ha convertido al sexo en un acto mecánico tan pobre que pocas veces produce la estimulación necesaria. Sin creatividad y sin innovación, cualquier cosa, con el tiempo, deja de cautivar. 

Gordon es un empresario andaluz perverso. Muy perverso. Abrí la verja con el telemando para que pasara al recinto de la urbanización con su coche detrás del mío. Le llevé hasta un apartamento amplio y caliente al ritmo de la música que hacían mis espuelas de hierro al chocar contra las baldosas. No parecía sorprendido. Cuando estuvo dentro, se quedó quieto a la espera de acontecimientos. Madame, apareció detrás de él de repente y con un gesto apenas perceptible le señaló el suelo. Gordon se puso inmediatamente de rodillas besando sus mocasines de plata. Después hizo lo mismo con mis botas de montar negras. Obediente, las besó y lamió con una lengua grande y larga. Madame vestida con una original túnica negra con adornos plateados, es una mujer que impresiona a primera vista. Alta, madura, sosegada, segura, el pelo rizado azabache, con curvas de infarto, ojos como brasas encendidas, y unas prominentes nalgas, duras y blancas como el mármol, es el sueño de cualquier masoquista. Gordon estaba como en una nube, parecía flotar. Le ordenó desnudarse. Tenía todo el cuerpo depilado, incluida la cabeza. Mantiene un cuerpo bien tonificado a pesar de que ya no es joven.

A diferencia de otros pervertidos, el sumiso no puede valerse por si mismo. Sus gustos no son solitarios. Realizar sus fantasías requiere la intervención de alguien que sepa interpretar sus silencios. Esto le convierte en un ser heterónomo. Un cordero en busca de lobos. No quiere imponer su voluntad, sino prescindir de ella. Es un ser en una continua búsqueda de otra forma de percepción, de tal modo, que la más universal de las sensaciones, el dolor, no pueda sentirlo como tal.

Madame le mandó abrirse las nalgas con ambas manos, para mostrar su ano. Gordon se puso en cuclillas y obedeció inmediatamente, sin pensarlo un segundo. Era un ano grande, con algunas protuberancias rosadas. Me recordó un puerto USB. El lugar ideal para descargar un código que lo transforme en un ciborg, en un esclavo cibernético. Un biopuerto en el que introducir mi pendrive cargado con software en formato lefa, limpio de virus y actualizado. Madame no quiso darme ese placer. Después de hacerle bailar y blandir el miembro, como el badajo de una campana, en medio del salón, le obligó a ponerse de rodillas para que me chupara el capullo. Lo hizo con una pasión desconocida y ansiosa. Madame se apuntó a la mamada y entre los dos me dejaron la cosa como el cuerno de un Unicornio. Madame me invitó a sentarme. Cuando vi el látigo en su mano enguantada, supe que iba a disfrutar del espectáculo con mi falo a punto de llorar. Gordon estaba muy perro y condenadamente excitado. Su cipote empezaba a gotear un hilillo blancuzco que a Madame le resultaba desagradable. Una pinza en el prepucio, cerró el baboso grifo. Con las manos apoyadas en el respaldo de una silla, puso su culo de manera que pudiera castigarlo con facilidad. Durante largo tiempo estuvo azotándolo cada vez más fuerte. Primero con un gato de siete colas y después con la fusta. En las nalgas empezaron a brotar unos verdugones hinchados de un color rojo tostado. Entonces empezó a temblar.

Los verdugones se convierten en zonas erógenas. Es como tener un glande saliendo por cada poro de la piel herida. La sexualidad humana no es una función derivada de la biología, sino de la fantasía.

Madame hizo un gesto de contrariedad, pero siguió zurrándole. En su espalda brillaban rayas con distintas tonalidades de rojo. En ese momento me di cuenta que estaba llorando. Madame lo abrazó y le susurró al oído algo que no pude escuchar. Luego lo miró con reproche y le dijo que se sentara para observar cómo se reciben unos buenos azotes. Se colocó en la misma postura que Gordon, se levantó la túnica, y dejó al aire un culo espectacular. Yo saqué de su funda una fusta hípica de uso exclusivo para ella y la azoté con un golpe fuerte y seco en cada lado. La lengüeta de la fusta dejó marcado un triángulo rojo en cada nalga. Ni se inmutó. Dejó caer la túnica con parsimonia, se recostó en el sofá, y sin dejar de mirarle, bebió agua varias veces. Cuando Gordon se recuperó de la emoción, le introdujo la cabeza en una capucha de cuero negro y le hizo posar así para mí. Yo ya había cambiado la fusta por la cámara.
 
Madame descubrió el arte de la dominación cuando, al explorar sus propios límites, se dio cuenta que podía explorar los ajenos al mismo tiempo. La dominación del otro no es para ella solamente un placer erótico, sino una intensa experiencia en la gestión del deseo. Es lo suficientemente lista como para saber que la entrega de la parte sumisa es sólo una herramienta, un medio para establecer complicidades. Compartir sensaciones, aunque con unos tránsitos muy diferentes, es para ella la esencia de este sofisticado juego.

Arrastró a Gordon hasta el cuarto de baño, tirando de la cadena enganchada a su collar de perro. Cuando yo entré, lo tenía tumbado dentro de la bañera orinándole en la boca. Gordon se masturbaba. Madame dirigía su dorado chorro a presión con certera habilidad, entreabriendo el coño con la mano izquierda y sujetando la ropa con la otra. Estaba de pie, con una pierna a cada lado de la bañera. La contemplación de la escena me excitó tanto que sentí la eyaculación inminente. Casi no me dio tiempo a sacar la polla del pantalón de montar. Sobre la cara de Gordon, el esperma se mezcló con la meada de Madame. Éste sacó la lengua y se relamió como un gato para no desperdiciar ni una gota.

9 comentarios:

  1. Fantástico relato, maravillosa la descripción, vivencias que hacen que el deseo aflore por todo el cuerpo. Al avanzar por las líneas, unose va metiendo más y más en la situación, deseando fervientemente ser Gordon.
    Gacias por este magnífico relato.

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  2. Gracias Antoine. Me alegro de que te haya gustado. Aunque introduzco algunas reflexiones personales en la narración, es una historia rigurosamente cierta. Sucedió tal cual, punto por punto. Espero que vuelvas por aquí.

    Un saludo cordial,

    MdZ

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  3. Deliciosamente atractiva la situación vivida, emocionante, lasciva, excitante ... deja muchas ganas de ser partícipe entregada ...
    Ak.Ak

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  4. Ak.Ak:

    Madame y yo sabemos de tus ganas. Te estamos esperando.

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  5. Quiero recordar que este blog no admite publicidad de ningún tipo. Todos los comentarios con propaganda serán eliminados. La información promocional que queráis enviarme estaré encantado de recibirla en mi gmail (sin spam). Si me gusta, la comprobaré y escribiré sobre ello.

    Nota.- El comentario borrado, tiene un post en: >CONTENIDOS>Locales>SR. Por favor mirar ahí, antes de enviar información sobre webs o locales. Gracias.

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  6. La verdad es que, cuanto más leo estas vivencias, más perro me pone. Cuántos agradables momentos pasan por mi mente, qué maravilla de sensaciones, el sometimiento, el placer de la entrega... fantástico.

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  7. Me siento honrada de esa expectativa de entrega, y emocionada al sentir su realismo y sinceridad de ambos.
    Releo el momento y tiemblan todos mis poros inmersa en el deseo, en la lujuria, en la entrega necesaria y necesitada ... arrastrada a sus pies.

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  8. Lo releo y me lleno de sensaciones y emociones. Cómo penetra en mi alma su sentir !! alma oscura y abierta a su poder y sensibilidad.

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  9. Me gusta releerlo de vez en vez. Las sensaciones me inundan. O me arrastran, como un tsunami. La nostalgia a veces es una buena medicina. O un veneno fantástico. Pero lo añoro tanto... determinadas vivencias son las que hacen sentirse vivo.
    Marqués, gracias por tanta belleza en este sitio... y por todo.
    antoine

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